« Quiero cumplirlos bien, pero es un sacrificio grande »

Zarella Manríquez celebra cien años

A sólo quince días de su cumpleaños número 100, esta abuelita cuenta las horas y minutos que faltan para festejar -junto a su numerosa familiatan importante acontecimiento.


Concepción, Chile, domingo 23 de abril de 2006

Por Paz Correa Pavez.

Zarella Manríquez, viuda de Mahuzier Si bien la esperanza de vida de la población es cada vez mayor, son muy pocos los que pueden contar que vivieron cien años, más difícil aún es llegar a esa edad totalmente lúcidos. Zarella Estela Manríquez Herrera es parte de la excepción. Incluso más, es de esas abuelitas que no se le notan los años, pero su carnet no miente. Lo único que la complica es la sordera, « el no oír me encrespa los nervios, porque en las conversaciones me quedo colgada como las ampolletas », dice.
Nació el 10 de mayo de 1906, en Traiguén.
Tuvo cuatro hermanos, hoy todos muertos.
El año 14 llegó a Concepción junto a sus padres, él abogado y ella dueña de casa, « porque en ese tiempo la mujer estaba al cuidado de los niños, no como hoy día », dice.
« Antes la mamá nos hacía hasta la ropa y por eso yo aprendí a coser, en cambio en la actualidad nadie sabe siquiera pegar un botón », agrega.
Estudió con « las monjas » -como ella dice- y confiesa que era un poco desordenada. « Me encantaba tirarme por la baranda », motivo de varios retos de sus papás, « porque en esa época eran muy estrictos no como ahora que a los hijos los dejan hacer de todo ».
Al egresar de Humanidades se quedó en la casa, eso era lo que se acostumbraba, hasta que se casó a los 20 años con Germán Mahuzier Medina, un agricultor con el que tuvo seis hijos. Lo conoció en la calle y entre mirada y mirada se enamoraron. Formaron una familia, tuvieron seis hijos, que hoy trascienden en 19 nietos, 40 bisnietos y 2 tataranietos.

Bordando cojines

Su compañero fiel es un crucifijo que le trajo un sacerdote desde Italia, un regalo que tiene su historia. Cuenta que no hace mucho este curita le tuvo que dar la unción de los enfermos, porque estaba desahuciada por los médicos. Entonces, prosigue, « cuando él partió para Roma creyó que no me iba a encontrar a la vuelta, pero su sorpresa fue enorme cuando me vio en primera fila en la misa. Ahí me entregó esta cruz que está bendita por el Papa ».
A su edad y por las inevitables complicaciones de salud se hace necesario contar con los cuidados de un tercero. Día y noche está acompañada por Eliana, a quien considera como una hija ya que ha estado junto a ella durante estos últimos ocho años.
« Estamos bien acostumbradas las dos », dice.
Con su ayuda está planificando el cumpleaños, reunión que espera ansiosa contando los días, horas y minutos que faltan. « Quiero cumplirlos bien, pero es un sacrificio grande ».
Para la celebración ya tiene preparadas algunas sorpresas para los bisnietos. Entre ellas, una rifa de cojines que fueron bordados por la propia cumpleañera. Cuenta que el año pasado, para los 99, sorteó una alfombra.
« Me gusta bordar, me entretiene, ya que no hay mucho quehacer. No puedo ver televisión porque no escucho lo que dicen, lo que sí me gusta es jugar solitario, aunque después de un rato ya me aburre ».
Con nostalgia recuerda los días en que recorría la ciudad, hoy tan cambiada.
« Concepción está lindo, aunque cuando salgo desconozco todas las calles y echo de menos los conciertos que daba la banda Chacabuco día por medio en la Plaza de Armas ».
Del mundo moderno rescata aquellos avances tecnológicos que han sido un aporte para la comodidad de las personas como la lavadora y el refrigerador, no así internet « por las barbaridades que se han hecho durante el último tiempo », comenta.

Su pasatiempo favorito: el casino

Le gusta ir de paseo a Angol porque ahí está su campo, el que hoy está a cargo de uno de sus nietos. También le encanta ir a Viña del Mar, pero no por la playa sino por el casino.
Con fotografías en mano recuerda una de sus últimas visitas al lugar, hasta con el portero aparece. Es que ya la conocen todos. « Esa vez gané 150 mil pesos en el póker. El tragamonedas no me gusta porque siempre me ha ido mal ». Una actividad que realiza por entretención, aclarando que no es viciosa.
Por eso siente tanto que aún no se construya un casino en la zona. « Cuando lo edifiquen ya voy a estar bajo tierra, me voy a llevar el recuerdo nomás y no lo voy a poder aprovechar », lamenta bromeando Zarella Manríquez.